Microrrelato El Drago Milenario de Icod

-Florece, drago frondoso, y cuéntame, con tus flores propicias, este relato asombroso-

Corro por estos paisajes de flora extraña, perseguido aún por el fragor de la lucha que ha poco mantuve, que más que batalla fue huida cobarde, y que les cuento. Llegaba mi persona a esta isla hace unas jornadas. Muchas leyendas había oído en el bajel, de marineros que en sus tatuajes hablaban de amores con sirenas en mares lejanos. Y pisaba la tierra firme, de aquella misma tierra que las leyendas decían que habían pisado los Felices, antes de la catástrofe que a la Atlántida llevó a las profundidades del océano.

O las que decían que eran las afamadas Afortunadas, bajo el reinado de Cronos. Las islas en las que los héroes muertos de la Ilíada encuentran el descanso, alejados de las penas, los bienaventurados. Pero a mí, que mercader recorro el mundo a por especias y tesoros con los que engordar mi fortuna, a esa tierra atracaba buscando la Sangre de Drago, precioso tesoro. Que quien lo atesora su bienestar enriquece.

Y así iba yo, despreocupado por la tierra lejana, isla rica en plantas y tesoros. Entonces, en la tarde serena, oí preciosos sones de jóvenes que jugaban.

Allí fui, y al llegar a ellas, vi preciosas gemas del joyel guanche, y la más, la de mirada más inocente y virgen. Y, dominado por el calor de la tarde, perdiendo la razón y el tino, hacia ella corrí, como dominado. Y, ante mi asombro y espanto, frente a mí, y entre mi deseo y la joven guanche, se alzó el Dragón de la Hespéride mismo.

Su cuerpo parecía la piel rugosa de una culebra, y con muchas cabezas. Como un gigantesco dragón antediluviano, retorcido, amenazador, gallardo, dragón de las 100 cabezas, vigilante del Jardín de las Hespérides que ante mí se alzó, para proteger de mi apetito goloso a la dulce manzana del oro guanche.

-Y ¡viva dios que Hércules no soy! -Hui y aún huyo aterrorizado, dominado por el espanto que apresura mis pies cuando les hablo, y les cuento, corriendo, este cuento

El Drago Milenario de Icod de los Vinos 

Este drago es un ejemplar de dracaena draco, el cual podemos encontrar en el municipio de Icod de los Vinos, en la zona norte de Tenerife, concretamente en el Parque del Drago. Esta longeva y enorme especie vegetal, es el símbolo de la localidad  y de la isla, siendo declarado como Monumento Nacional en 1917. 

En cuanto a sus características cabe destacar que este majestuoso Drago Milenario (ASMAC 061)  mide más de 16 m, su base tiene un perímetro de 20 m y la de su copa unos 60 m. Además, su peso supera las 140 toneladas. 

El interior de su tronco es hueco y cuenta con una enorme cavidad que alcanza los 6 m de altura, a la cual se puede acceder mediante una puerta. Que el interior del árbol este hueco, se debe a que con el objetivo de protegerlo y evitar la aparición de plagas, se ha colocado en su interior dos ventiladores los cuales se encargan de renovar el aire constantemente. Bastante curioso ¿Verdad?

Parque del Drago

Este parque, como antes hemos mencionado, se encuentra ubicado en la localidad tienerfeña de Icod de los Vinos. Es un jardín cuya extensión alcanza las 3 hectáreas, y en él, podemos admirar a dicho Drago Milenario (ASMAC 061) y al resto de especies que lo rodean, ya que en el interior del jardín encontraremos algunas de las especies endémicas de la isla como pueden ser tabaibas, cardones , etc.

Si queréis visitar el Parque del Drago, pinchando aquí, pueden consultar su horario y sus diferentes tarifas de precios. 

Icod de los Vinos 

Icod de los Vinos, lugar donde habita el Drago Milenario (ASMAC 061), es uno de los municipios históricos de Tenerife. Esta localidad fue creada y desarrollada a raíz del aprovechamiento del campo y la agricultura. Es conocida por la fama de sus vinos allá por el siglo XVI, además del albergar un importante ingenio azucarero. 

Como antes hemos mencionado, el Drago Milenario es uno de los principales símbolos de la localidad y es por ello que en su bandera se represente el mismo. Además, sus dos franjas de color granate representan la savia de dicho árbol y el color blanco que simboliza las nieves del Teide. Este último se puede apreciar espectacular desde el municipio.

Su casco antiguo está compuesto por la iglesia Mayor de San Marcos, las plazas de Lorenzo Cáceres y de la Pina y por el histórico convento de San Francisco. Este casco, aparte de contar con una arquitectura tradicional, ofrece la posibilidad de degustar en los diferentes bares y restaurantes que hay, numerosos platos tradicionales y buenos vinos de la zona.

Municipio de Icod de Los Vinos
Bandera Icod de Los Vinos

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¡Saludos amigos singulares!